Día Mundial de los Humedales 2015.
Celebración en la Cañada de los Pájaros (Puebla del Río). Crónica

Texto: José Carlos Sires.

Como todos los años hace nuestro grupo local, en esta ocasión también celebramos el Día Mundial de los Humedales, unos ecosistemas tan productivos como castigados y despreciados por el hombre. En lugar de hacerlo el día 2 de febrero que es el elegido para esta reivindicación, lo trasladamos al 7 para realizar nuestra labor en la Cañada de los Pájaros aprovechando la afluencia de gente que atrae al lugar la liberación que allí se hacía ese día de cercetas pardillas y fochas morunas.

La mañana surgió gris, pesada y con una débil lluvia que auguraba que tal vez tuviéramos que retirarnos, pero finalmente el sol asomó la cara entre las nubes y el día quedó espléndido. Ésta celebración conjunta es bien linda porque atrae a muchas personas aficionadas a la naturaleza que podemos conocer, con quienes podemos conversar, o a quienes nos volvemos a encontrar tras mucho tiempo. Pero vamos a lo importante.

Nuestra compañera Belén, que año tras año organiza los talleres infantiles, se afanaba a divertir a los niños con una selección de caretas, recortables, coloreables y marionetas de dedo de las aves más pintorescas y bonitas de nuestra marisma. Pero nada de esto hubiera sido posible sin los compañeros del grupo que se ofrecieron a arrimar el hombro. Vayan mis agradecimientos a Juan Carlos Prieto, Lilian Álvarez, Javier Pérez Mata y Antonio Cañadas. También contamos con la inestimable colaboración de la novia de Javier Pérez, Noe, Elena e Inma, amigas de Belén Cañadas, Gustavo padre e hijo, y el hermano y sobrino de Lilian. Entre todos divirtieron a decenas de niños, semillas que se plantan con la esperanza de que den frutos en unos años. Incluso había una niñita invidente a la que le encantan los pájaros y que tiene excelente oído.

Paralelamente el diplomático y tranquilo Leonardo y la dicharachera y enérgica María Cañadas repartieron folletos e intentaron captar algún nuevo recluta para nuestras filas, obteniendo algún que otro éxito.

Se hizo una parada para asistir a la suelta de fochas morunas y cercetas pardillas, cientos de alas que batían en busca de libertad, y luego a seguir con la fiesta.

Cerramos el día con una comida campestre en las cercanías de la Dehesa de Abajo y luego un poquito de “car-birding” para relajarnos.